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domingo, 30 de junio de 2013

LUNA DE SAN JUAN


Hace ya algunos días de esta luna llena, luna de San Juan, a la que han llamado “Súper Luna” por encontrarse en el perigeo, el punto de su órbita más cercano a la Tierra. Aunque no lo percibamos, a partir de la noche de San Juan las horas de luz comienzan a descender.

Observando a la Luna siento la misma sensación que cuando abro un regalo, ese objeto aún sin estrenar, nuevo y reluciente, que coges entre las manos y desde ese momento te pertenece.

Cuando miraba la otra noche a la Luna con el objetivo de la cámara, tratando de capturar su blancura y belleza, recordé que hacía poco tiempo yo misma había estado paseando por su superficie. Estuve varios días en la luna, flotando en su falta de gravedad, ligera, sin pesos que me oprimieran y me arrastraran hacia el suelo, sintiéndome protagonista. Sin embargo, nunca perdí de vista a la Tierra, miraba sus tonos azules, verdes y marrones que me llamaban poderosamente la atención.

Fui descendiendo poco a poco, saboreando recuerdos, recreando momentos felices, sacudiéndome las vanidades, escuchando el eco de mi respiración profunda y sosegada.

Llegué justo a tiempo para tender la ropa. La pasta ya hervía en la cazuela y bajé el fuego al mínimo para ahorrar energía, saqué unos filetes del congelador para hacerlos a la plancha al día siguiente. A las cuatro y media cita con el dentista, me recordó el contestador del teléfono, y hay que comprar el medicamento para la otitis de tu hijo (esto me lo recordaba mi memoria).

“Vaya, sí que he aterrizado en medio de la realidad”, me decía a mí misma mientras abría las latas de atún y sacaba el bote medio lleno de tomate frito de la nevera…

La vida son muchas cosas, y también es esto. Y he bajado de la Luna en el momento oportuno para darme cuenta de lo importante que es vivir cada segundo, cada minuto, intensamente, sin anhelar el segundo o el minuto que vendrá después del vivido. Porque creo que no se nos puede pasar la vida esperando siempre que venga algo mejor.

Porque la vida es esto, lo que tenemos aquí y ahora.

Los amigos de siempre y los nuevos amigos.

La familia a la que quieres sea como sea.

Los compañeros con los que pasas gran parte del día.

Los proyectos que has comenzado y los que rondan tu cabeza.

Siendo el motor que te hace sentirte viva la ILUSIÓN. 
                                           Luna de San Juan fotografiada la noche del 24 de junio

miércoles, 12 de junio de 2013

Una casa en la Luna

¿Quién no quiere tener una casa en otro lugar?

Al pie de un río que discurra tranquilo entre alisos y fresnos.

Encajada en un profundo valle rodeado de montañas nevadas.

En una ladera de umbría de la Sierra de San Pedro.

Bajo las encinas de una dehesa en la que encontrar orquídeas.

Una buhardilla en París, con vistas al Sena.

Un apartamento en Nueva York al lado de Central Park.

Una casa de campo en La Provenza.

Una cabaña en Cala Gonone.

A veces quisiera estar en la Luna.

Instalar allí mi casa y sujetarla con vientos para que no se la lleve la falta de gravedad.

Salir a tomar el fresco y contemplar el espacio. Mirar los demás planetas, un cometa que pasa cada doscientos años, el agujero negro que tanto miedo me da, el Sol.

La Luna es como un regalo que acabas de abrir.

¿Quién no quiere tener una casa en la Luna?

Ilustración de Deli Cornejo para "Luna, lunera, ¡quién alcanzarte pudiera!"