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viernes, 20 de mayo de 2016

MISTERIO EN LA TERRAZA

El comportamiento de algunos animales resulta fascinante. Quizás su capacidad para seguir sorprendiéndonos reside en la inagotable fuente de estrategias que utilizan para desenvolverse en el ambiente y tratar por todos los medios de perpetuar la especie. La insaciable curiosidad por saber, la casualidad en muchas ocasiones, llevan a descubrir lo que oculta la naturaleza al que se para a observarla. 

Ahora que parece que se han retirado las lluvias subo a la terraza más a menudo, las tardes son deliciosas. Barro las hojas caídas y las echo en la compostadora. Rehago como puedo el pequeño desastre que la lluvia, tan insistente y abundante, ha ocasionado en las macetas. Reparo nuevamente en las hojas del lilo, aparecen mordisqueadas con marcas en forma de semicírculo. También las de la glicinia.

Ya la primavera pasada observé estos mordiscos y pregunté a personas entendidas que me dijeron que se trataba de avispas… sin embargo, me quedé con la mosca detrás de la oreja. Las avispas construyen un avispero con partículas de madera que mezclan con saliva, y se alimentan de todo lo dulce que encuentran, incluyendo algunos insectos… tampoco le hacen ascos a un bocadillo de jamón…en fin, que no me convenció la teoría de las avispas.







La casualidad, aliada de los grandes descubrimientos, hace que, barriendo cerca de la buganvilla, me pase rozando la nariz un insecto parecido a una abeja, pero más grande y oscuro, que lleva entre las patas un trozo de hoja de lilo.

Lo sigo.

Se mete por uno de los orificios de drenaje de una maceta que está colgada en la estructura de madera de la buganvilla.

Espero un rato hasta que lo veo salir nuevamente.

Y allá que va directo al lilo y en cuestión de segundos corta una media luna perfecta en una de sus hojas, la sujeta entre las patas y regresa a la maceta.








Supongo que con los trocitos de hoja, este insecto/abeja ha ido fabricando un nido en el interior de la maceta para poner los huevos y que al cabo de un tiempo las larvas, al eclosionar, tengan alimento suficiente antes de transformarse en individuos adultos. 

Así lo hacen muchos insectos, las avispas terreras construyen un nido de barro con celdas alargadas, y en cada una depositan un huevo y una oruga de otra especie de insecto, para que la larva se alimente de ella y realice la metamorfosis que la convertirá en avispa terrera adulta.

Lo más fascinante de esta historia es tratar de entender cómo un animal tan pequeño es capaz de elaborar un comportamiento tan complejo.






 








sábado, 13 de febrero de 2016

TRAYENDO VIOLETAS, QUE ME ENCANTAN...

Casi un año ya que no visito mi casa en la luna...

Esta tarde, como el tiempo está así de lluvioso y frío, he venido a ventilar y a barrer las telarañas.

Aquí, en la luna, no llueve.

Me he sentado fuera, y será la época pero me apetecían poemas de amor.



"Viniste al caer la tarde,
trayendo violetas
que me encantan.
Revolviste mi casa,
la tenía ordenada.

Cuando entraste por la puerta
se abrió una ventana,
se creó una corriente de aire fresco,
se ventiló mi cama.

Ahora ocupas mi cuarto,
en mi alfombra te descalzas.
Has regado las macetas
que decoran mi terraza.

Y has puesto flores en todas las jarras.
Un día rosas,
el otro amapolas.
Por la noche has quemado bengalas.

Me has dejado la presencia
de tu olor, a menta y albahaca,
de tu voz, a radio sintonizada,
de tu calor, quemando mis pestañas,
de tu amor, que barre telarañas.

Y yo ya no te esperaba.

¿Qué tal si te quedas
y desnudamos el alba?"




"Paseo bajo sauces
de ramas curvas,
meciendo el aire
entre los dedos,
pisando el ocre
de los caminos,
bailando danzas,
enamorada.

Susurro viejos cantos
al son del agua,
soñando cauces,
remando barcas,
lloviendo lagos,
pintando charcas,
trazando ríos
de mil cascadas.

Festejo tu tez clara
de luz de luna,
viajando lejos,
hacia las playas,
echando arena
sobre tu pelo,
nadando juntos
el mar al alba."

 

"Desde que habitas mi casa,
ya no cuelgan en las esquinas
hilos de plata,
y se ha vestido la catalpa
de verde y nácar.

Desde que ocupas mi lecho
arden las sábanas blancas.

Desde que habitas mi casa,
no hay polillas entre los paños,
ni musarañas,
y en el alféizar de mi ventana
florecen calas.

Desde que ocupas mi lecho
se quema la madrugada.

Desde que habitas mi casa,
huele a café, perfume y fresas
por las mañanas,
y son tus labios de mermelada,
naranja y nata.

Desde que ocupas mi lecho
hay cenizas bajo la cama."

P.L.A.