Ahora que viene el frío, ahora que comienzan a llegar- las grullas, me refiero-, me acuerdo de este poema que escribí un día, hace ya mucho tiempo, y que quiero compartir.
"Me llegó un aire
fresco.
Y ahora sé que he
volado.
He volado con las
grullas por encima de la niebla y he pintado de rojo sus coronas.
De rojo el gorjeo de las golondrinas.
He dejado la impronta de mis manos en las paredes de una cueva,
la espiral de la vida sobre estelas ocultas en la sierra.
El lamento de un
guerrero desarmado.
He trazado un camino flanqueado de miliarios.
Mil pasos que
aún no he dado.
Oteando la llanura
sobre las almenas de un castillo en el roquedo.
He oído el son
de las merinas trashumantes.
He hollado horizontes.
Donde las
sombras del suelo son las nubes del cielo.
He robado.
El negro de
una nube.
Anuncio de tormenta.
El verde de la
hierba a la sombra de la encina.
El ocre del
terruño.
Que espera al arado.
¡Ladrón de colores!,
me acusaba la brisa.
Del púrpura
del cantueso que huele a sol.
Del blanco del
almendro.
Del escaramujo florecido.
Del rosa de la
peonía.
Rosa albardera.
Del rojo
vestido de las amapolas.
Ladrón de colores.
Y he soñado.
Con un lienzo
iluminado de atardeceres.
Iluminado.
Con las flores
infinitas que retengo en la mirada.”
Un canto a nuestra naturaleza extremeña .!Qué bonito¡.
ResponderEliminarHe podido volar contigo a la vez que con las grullas y deleitarme con este hermoso poema que no entiende de tiempo ni de lugares. Gracias por rescatarlo del lugar donde lo tenías cobijado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isabel